HACIA UN NUEVO ACUERDO POR EL AGUA
El agua ha sido siempre un factor determinante en el desarrollo de los pueblos. En territorios naturalmente áridos, como Mendoza y tantas otras regiones del mundo, la supervivencia depende históricamente de la capacidad de planificar, administrar y proteger este recurso esencial. De ese esfuerzo colectivo nació la cultura del oasis, fruto de acuerdos sociales, obras hidráulicas y una conciencia comunitaria que transformó la aridez en vida, producción y prosperidad.
Hoy, ese modelo histórico transita un cambio de paradigma. Pasamos de considerar al agua como un recurso ligado principalmente a la producción para valorarla integralmente como un bien ambiental, social y económico. A ello se suma el impacto del cambio climático, que intensifica la variabilidad hídrica y obliga a adoptar medidas innovadoras, integradas y sostenibles aplicando las nuevas tecnologías disponibles. Este cambio exige repensar la gestión, la administración y, sobre todo, la responsabilidad colectiva de asegurar su disponibilidad para las generaciones futuras.